Otro de nuestros malabares del día a día, es la comunicación con la pareja. A veces hacemos auténticas filigranas para que nos entiendan pero no lo conseguimos o no los entendemos a ellos, que también se da el caso. He encontrado un artículo de psicología, en el periódico Información & Ocio del Noroeste de Marzo de 2011, sobre unas normas de comunicación que me ha parecido interesante y por eso os copio "textualmente" a continuación por si os puede ayudar:
- Si desea captar la atención de su pareja y lograr que éste escuche con ganas de colaborar, acérquese de manera agradable. Si lo increpa lo más probable es que el otro actúe a la defensiva y se predisponga negativamente.
- Espere el momento oportuno para tratar el problema. No sacamos nada con acercarnos de manera agradable si lo hacemos en el momento inadecuado. Como nuestro objetivo es mantener la armonía, esforcémonos por encontrar el momento adecuado. Lo mejor es pedirle a nuestra pareja que determine el momento.
- Al plantear el problema sea específico. Tiene que ser un planteamiento concreto. Un planteamiento vago recibe generalmente respuestas vagas.
- Diga lo que le gustaría, no lo que no le gusta. Si plantea el problema explicando lo que no le gusta, estará recurriendo a una forma crítica y negativa de abordar el tema, y ésa no es la mejor manera de obtener colaboración. Si decimos lo que nos gustaría, estaremos formulando una petición, que siempre es mucho más agradable que una crítica.
- Exprese su cuota de responsabilidad. Si somos capaces de expresar nuestra responsabilidad en el tema planteado, es más fácil que el otro asuma también su propia responsabilidad en el hecho.
- Exprese sus sentimientos. A veces planteamos las cosas de manera demasiado prácticas y racionales. Eso puede hacernos parecer calculadores. Si los sentimientos no se expresan el otro da por sentado que no se valoran.
- Lo bueno, si breve: dos veces bueno. Sea capaz de expresar las cosas evitando irse por las ramas. Idealmente haga antes un punteo de lo que quiere exponer.
- No saque a colación cosas del pasado. Hablar del presente es ser realista, es enfocar las cosas con el fin de solucionarlas y hablar del futuro implica confianza en que se arreglarán.
- Ofrezca siempre alternativas de solución. Cuando ante una dificultad nos limitamos a exponer los hechos, parece que cargamos en el otro la responsabilidad de encontrar la salida.